Tras algo más de un año como miembro del club, tuve la oportunidad de participar en una competición por equipos en el duatlón de Ávila.

 

 

 

El triatlón aparte de caracterizarse por ser un deporte cautivador, en mi humilde opinión es puramente individual. Es prácticamente misión imposible (al menos a nivel amateur) encontrar un deporte que prime tanto la capacidad de superación de uno mismo en detrimento de la competitividad con el resto de “rivales”.

Pues bien, tras más de 10 años disfrutando de un deporte de equipo como es el balonmano, veía en esta competición por equipos la oportunidad de rememorar aquellos tiempos en los que siempre existía ese ápice extra de tensión por no rebajar las expectativas que tus compañeros habían depositado en ti, o esa reciprocidad entre todos y cada uno de los compañeros en cuanto a la inyección de motivación en el momento en el que algún integrante del equipo llegaba al límite de sus posibilidades.
Llegado el día de la prueba, destacar mis nervios habituales, ya no por la competición en sí, sino por toda la parafernalia que la precede: poner correctamente las pegatinas, el dorsal y la vestimenta, preparar el área de transición, y sobre todo rezar para que no me hubiese dejado nada en casa. Y “sin comerlo ni beberlo”, ya nos encontrábamos realizando los primeros 5km a pie, de poco sirvió la discusión previa en la que acordamos ir “in crescendo”, pues empezamos a un ritmo considerable. Hecho que pasé factura al poco tiempo, y que de no haber sido por la determinación del resto de compañeros por terminar todos juntos, posiblemente hubiese provocado que mi participación concluyese en ese mismo instante.
Logré terminar la primera carrera a pie y me disponía a realizar el recorrido a bici, no obstante, dado mi nivel de fatiga me planteaba abandonar en el sector de bici sin que ellos se percatasen para no perjudicar su participación en el duatlón. Ahora bien, sorprendentemente recuperé sensaciones y traté de suministrar las pocas energías que me quedaban (si es que quedaba alguna) para los próximos 2.5km de carrera a pie, en los cuales nuevamente volví a sufrir lo que no está escrito, sufrimiento que supe sobrellevar gracias a la morfina que me suministraba el hecho de ver la meta cada vez más cerca.
A la luz de este relato, resulta evidente que mi valoración de la experiencia fue más que positiva, pero por si quedaba duda de ello, y como muestra del poder cautivador de este deporte que mencionaba con anterioridad, la siguiente semana tuve la oportunidad de disputar otro duatlón por equipos (esta vez el campeonato de España en Soria) que ciertamente me daría para escribir otro relato.

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